La épica, la dichosa épica: ése de ahí, heroico frente al dragón, no es mi personaje.
The Elder Scrolls V: Skyrim
Bethesda Softworks
PC/PS3/Xbox 360
Versión jugada: PC
Diez minutos al azar en Skyrim
Al aceptar el contrato me avisaron: «dependiendo de tu política, puede que te sea más complicado entrar en el fuerte«. No pasa nada, no he tomado partido. Los nacionalistas nórdicos saben que existo, y la legión imperial también, pero yo estoy en Skyrim para buscarme la vida, aunque sea un modo de vida nocturno y oculto en las regiones heladas de Tamriel. Sólo tomo partido por mi bolsa y por mi diosa, y de la segunda no hablo, pues adora el silencio. Pero, el contrato. Monto en un caballo de guerra azabache, ojos rojos, que más de una vez me ha salvado aplastando a un enemigo bajo sus cascos, y me dirijo al fuerte. No importa quién gobierne esa zona ahora, pienso, nadie tiene nada en contra mía. He mentido, intimidado, sobornado y persuadido para estar limpio, no soy un criminal ni un lealista ni un sedicioso. Llego a plena luz del día, sin buscar líos, rodeando campamentos de gigantes y guaridas de criaturas de otro plano, no busco, no debería haber, problemas.
No vi venir la primera flecha.
El fuerte, donde había estado una semana antes, turismo, está en manos de bandidos. Huyo, desmonto lejos, no quiero que hieran a mi montura. Me escondo tras una roca, y la magia de mis dedos desvela diez, tal vez doce enemigos. Me muevo a la sombra de los árboles, entre los matorrales, mis pasos no se oyen, los bandidos caen sin saber de dónde vienen mis flechas. Cuando queda menos de media docena, saco mi daga y recito un último hechizo que convierte mi piel en piedra. Al lanzarme a la batalla, un grito inhumano y un batir de alas nos arroja al suelo. Mientras me levanto, dos de los bandidos se convierten en antorchas ante mí mientras llueven llamas desde el cielo.
Había un dragón en la zona.
Varios minutos después, el fuerte está en llamas, los bandidos muertos, un pueblo cercano arrasado, el cadáver de un mamut destaca en medio de la tundra y, malheridos el dragón y yo, nos lanzamos al asalto final. El dragón grita y pierdo mis armas ante el torrente de su voz. Pero yo también sé gritar en su idioma: KRII LUN AUS. Su carne se abre y la vida se le escapa. Entre cadáveres y llamas, saqueo su esqueleto, su mismísima alma y vuelvo al fuerte. Entro en sus dormitorios, rezo una oración a Sithis y, cuando salgo, limpiando de sangre mi daga, me echo a reír viendo la devastación: todo esto porque alguien quería quitarse de en medio a una simple cocinera.
Haz lo que quieras, será toda la ley
No sé de qué va Skyrim. Como en todos los Elder Scrolls hay una historia principal y un país por explorar, pero apenas he indagado en ella. Sé que han pasado 200 años desde Oblivion. Sé que hay un monasterio de viejitos melenudos de largas barbas, dedicados al zen del griterío, que pueden pasarse décadas meditando sobre una sílaba -aunque la sílaba puede derribar una casa, pero eh-. Sé que hay dragones desde el principio, porque uno destrozó un pueblo en mitad de una ejecución pública donde yo era el telonero del verdugo. Sé que hay una guerra civil en curso en este país de vikingos y una inquisición religiosa que persigue el culto no oficial a Talos, que todavía no sé si es hombre o es dios. Y me da igual todo lo anterior: Skyrim se llama así porque la región en la que transcurre, el territorio, es el protagonista. En mis cuarenta y pico horas de juego he seguido la trama principal dos veces, cuando mis viajes me han llevado a ella. Sólo conozco bien tres ciudades y, lo mejor, ninguna misión del juego me obliga a la afición desmedida por decorar mis casas con restos de civilizaciones muertas. La arqueología la hago porque quiero. Y porque puedo.
Orografía montañosa = miles de escalones. Y lo de esa torre no es nada.
La historia es lo de menos, aunque la cultura pesa y no está de más aprender un poquito de los libros que hay por ahí. No les diría esto si habláramos de Dragon Age o The Witcher, por citar dos rolazos fantástico-medievales cuyo fuerte es el guión. Piensen más en un GTA donde las acciones son permanentes y tu personaje no está atado a la historia principal. Donde puedes enseñarle a tu novia como la voz de los dragones que tu personaje chapurrea es perfecta para lanzar un pollo más allá del horizonte y, dos días después, un guardia te da el alto y te dice que a pagar la multa por el gallinacidio. Piensen en un Fable sin gilipolleces y donde el caminito-pesado-que-te-guía es un hechizo que puede que ni siquiera aprendas.
No cito Fable en vano: es posible que Skyrim ya no sea un juego de rol en el sentido clásico. Donde hace dos entregas había chopocientas habilidades y características y una forma concreta de subir niveles para ser un semidiós, aquí se elige si quieres más vida, más resistencia o más capacidad mágica. Y las pocas habilidades que quedan -queja retro: un juego de dragones donde no hay lanzas. Sigh- suben con el uso y se aprenden cositas nuevas mediante ese uso. No existen clases de personaje, eres lo que haces. Y se notan restos de su pasado rolero: la mitad de habilidades de raza no sirven para nada -literalmente: los hombres gato Khajiit tienen un bonificador a una habilidad que ya no existe- y elegir raza es poco más que un asunto cosmético.
¡Y da para sacar capturas que podrían ser de un pinball setentero o de un disco de Manowar!
Sentirse joven otra vez
Pero fíjense, me parece que el juego gana. No sé si es un alivio del trastorno obsesivo-compulsivo que provocan los Elder Scrolls (aprenderlo, hacerlo todo, registrarlo todo, acumularlo todo), pero no me ha molestado no poder crear mis propios hechizos o que haya menos piezas de armadura (aunque más variedad de las mismas) o el modelo Bioshock de «cada brazo, una habilidad». Si lo que pretenden es hacerlo más accesible a todo el público, no estoy seguro de si lo han conseguido: tiene tal cantidad de cultura acumulada -tengo una casa entera que hace sólo de biblioteca- y de posibilidades que puede sobrecargar al que quiera una partida rápida. Pero esperaba un rolito ligero y descerebrado entregado a la acción y he encontrado un título donde, en general, no se para ni un momento, a tu alrededor casi siempre sucede algo que reclama nuestra atención.
Donde los mementos se suceden sin parar -me he colado en una boda donde no estaba invitado, he presenciado un duelo a muerte, me han aplaudido en público, me ha tocado compartir féretro con una diosa muerta-; donde hay escenarios con personalidad propia alejados del cortapega de Oblivion o Dragon Age 2; donde, curiosamente, es el Elder Scrolls en el que más cosas puede hacer tu personaje con menos mecánicas a su alcance.

Talos bendiga las ejecuciones públicas, especialmente para un carterista como yo
Ay, y los dragones. Ahora ya soy medianamente capaz de plantarle cara a uno, pero la mitad del juego me la he tirado corriendo, escondiéndome, y practicando mi propio grito: un «iiiiiiiiiiiih histérico y agudo, analógico, salido de mi boca y no de la del personaje, mientras el dragón/mamut/gigante/yeti/banda de enemigos me pisa los talones: desde fuera, mi partida de Skyrim es el final de todos los programas de El show de Benny Hill.
Oblivion fue algo blandito y bordeando el ridículo -el autonivelado de enemigos, que llevaba a que asaltadores de caminos tuvieran en equipo una fortuna digna de un rey- que sólo mejoró cuando la comunidad mod le metió mano a fondo (la principal razón para comprar el juego en PC). Morrowind es uno de mis juegos favoritos, pero porque presentaba un mundo rarísimo y una cultura de lo más peculiar, no por su envoltorio austero y repleto de números y mecánicas rígidas. Skyrim es un binomio donde un personaje completamente vacío y un mundo helado se dan la manita para ver cómo se influyen el uno al otro hasta el infinito. Para que se hagan una idea, tenía la intención de dedicarme a la magia, las túnicas caras y la superioridad moral. Pero he terminado en el crimen, porque la sociedad me obligó a ello. Y, si pudiera, no jugaría a ningún otro juego en lo que queda de año: quiero vivir allí.
Fantástico amigo. Me quedo con esta frase: «un juego de dragones donde no hay lanzas». Yo también las echo de menos.
No quería dar la brasa con Morrowind y sus ancestros, pero las lanzas y las ballestas y los bastones y el poder ponerte una túnica encima de armadura ligera y el hecho de tener diez dedos y sólo poder ponerte UN ANILLO…
No, lo que más echo de menos es poder tomar notas en el mapa tipo «aquí hay un cofre que aún no puedo abrir». Pero vamos, lo de siempre: en un par de mods se arregla. Aunque el mod que más deseo es uno que haga compatible teclado y mando de Xbox.
¡¡¡Grande S’anchez!!!
Yo también quiero de todo lo que ha escrito, acaba de duplicar mis ganas de jugarlo!!!
Tengo dos preguntas sobre el juego.
1- ¿El personaje siempre va con el mismo traje? en todos los trailers y fotografías, sea invierno o verano, esté duchándose o peleando, el protagonista va con la misma vestimenta. ¿No se puede personalizar o es que todos los medios cogen la misma imagen?.
2- ¿Qué hay después de los dragones? me llamó la atención porque al fin hay dragones enormes – aunque supongo que no inteligentes como los describe la literatura fantástica – si después de unas horas jugando has sido capaz de atravesar su dura piel, ¿qué motivación existe para continuar?
Excelente texto, trata lo que importa y lo transmite muy bien.
Como apunte, decir que la interfaz no está pensada para PC, algo que se nota bastante. Y también que en ese ímpetu minimalista han ocultado información de los menús, obligando a rebuscar algunas cosas más de la cuenta.
Nada que no pueda arreglar la comunidad modder, en cuanto terminen los prioritarios mods de desnudos femeninos.
3. Gracias!
4. A sus dos preguntas.
La primera es que no, el de la primera foto es de una imagen promocional: hay unos 20 o más tipos de armadura, con sus variantes y todas pueden combinarse entre sí. Mi personaje, eso sí, hace tiempo que sólo prueba el negro, pero tiene una colección en casa di-vi-na.
La segunda NO LO SÉ. Hay más tipos de dragón, llevo contados cuatro y eso de unas horas… Unas horas y en zonas muy pobladas donde pueden ayudarme a darle caña. Yo me baso en el sigilo y en dar por detrás mucho y muy fuerte, cosa que no sirve de mucho contra un godzilla volador. Eso sí, hasta ahora me he enfrentado a unos 60-70 tipos de enemigos, sin contar los humanos y los que me quedarán por ver (los únicos daedra que he visto hasta ahora son Atronach).
5. Gracias! La interfaz ya le digo que no está pensada para nadie: hay menús ocultos y confusos incluso jugando con el mando, todo por la decisión de ponerlos así, grises y tristes. Ya hay TRES mods de desnudos y dos de caras (recomendadísimo el de No Blocky Faces, por cierto), la gente tiene clarísimas sus prioridades 😀