Lograrlo

Empezamos con un breve viaje en el tiempo: a principios de los 90 yo tenía una Super Nintendo y Carlos, mi hermano pequeño, una Mega Drive. Podéis imaginar las batallas dialécticas en torno a cuál era mejor / más potente / más bonita / tenía más colores. Chorradas que significaban un mundo en un universo, el de los videojuegos, que está construido en base a ilusiones. Como Super Nintendo ganaba de calle en cualquiera de los casos (excepto en el de Mejor Mascota y por el hecho de que la máquina de Sega contaba en su catálogo con el sensacional Mercs), no es de extrañar que Carlos buscase formas de hacer que la suya fuese más molona: en una ocasión me contó, muy serio, muy convencido, que había desbloqueado un Tiro de Fuego en World Cup Italia ’90, que incluso contaba con una espectacular animación estilo anime para mostrar los efectos de semejante zapatazo. Por supuesto era mentira y no coló, aunque por un momento la sombra de una duda flotase en el aire. Hoy día eso no habría llegado a suceder, por la sencilla razón de que, en caso de existir un Tiro de Fuego, habría un logro que te exhortaría a hacer algo con ellos, algo así como «Tumba al portero diez veces con el tiro de fuego». Y se sabría un mes antes de que el juego estuviese a la venta, con la lista de logros publicada en cualquier bloguito noticiero. Y la gente lo haría a las dos horas de tener el juego.

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