![]()
Proteus
Ed Key y David Kanaga
2012
En su fantasía del último hombre, Pablo Algaba nos hablaba sobre el poder de seducción que ejerce un buen cataclismo en casi cualquier hijo de vecino, especialmente si éste es el último superviviente y se erige como único mandatario de un mundo cuya reglas conoce y dispone a su favor, bien para sobrevivir, bien para manipularlo a su antojo, dependiendo de si la situación remanente se asemeja más a un coto de caza o a un parque de atracciones privado. Sea como fuere, ambos supuestos encuentran su nexo en la certeza de un conocimiento previo acerca de las reglas que dicta el entorno, por muy devastado que esté, por muchos zombis que haya tras la puerta blindada del bunker. Uno sabe lo que hay que hacer, es conocedor del mundo circundante y de los hilos que lo mueven. En Proteus se efectúa un soliloquio similar -un yo frente a nadie- pero como bien nos adelanta su propia etimología, el título de Ed Key y David Kanaga nos sitúa en el extremo diametralmente opuesto, del lado del descubridor de un mundo nuevo, uno que se plasma, a base de pixelazo acartonado y colorín un tanto nebuloso, con el punto justo de abstracción para despertar nuestra curiosidad, pero con los suficientes elementos de anclaje con la realidad de a este lado del monitor como para que no nos sintamos demasiado desorientados. Qué duda cabe de que si bien ser la última criatura en pie sobre un montón de cuerpos inertes en un after es algo fabuloso, adentrarse por vez primera en el desconocido tejido reglamentario de un club de intercambio de parejas sea quizá más estimulante. En Proteus no hay tutorial, marcadores, objetivos, enemigos o indicación alguna sobre lo que se supone debemos hacer, pero es lo suficientemente hábil para dejar claras en la primera toma de contacto ciertas directrices mínimas y un mínimo patrón de avance sin necesidad de verbalizarse ni exhibirse.