«Remember Me» – Never Forget

RM

Remember Me
2013
PS3, Xbox 360 (versión comentada), PC
Dontnod Entertaiment

Como en todas las relaciones, con algunos videojuegos sucede algo parecido a mantener la típica amistad que siempre intentas justificar mezquinamente antes siquiera de ser cuestionado. Remember Me no es precisamente un juegazo, sus redundantes esquemas apelan a una importante falta de creatividad, pero es mi amigo. Por el contrario, cuando busqué hace meses información sobre el desarrollo, descubrí que el proyecto había recibido demasiadas negativas, demasiados cambios de rumbo (empezó como un speedboat racing exclusivo para PS3) y de estructura como para ser considerado un parto natural. No fue tanto una escasez de recursos como una facultad creativa para solventar la papeleta. Pecaron de ambición y se ahogaron en la indiferencia.

Jean-Max Moris revisó Remember Me como un híbrido entre Deus Ex y las pulsiones tecnológicas de Black Mirror. Y aunque el resultado fue un cóctel de parecidos razonables más o menos bien avenidos, aún conserva el músculo de la idea primigenia: el componente rolero de los pressens —una suerte de combinaciones de combos donde las batallas exigen concentración y se ventilan de un plumazo el vicio del machacabotoneo— y la fuerza visual de los mismos. Ese intercambio constante, ese probar mejor la técnica del sigilo+absorber vigor+patada aturdidora que golpear por golpear, exhibe una clara consciencia del género y sé cuestiona cuánto podrían subvertirse los esquemas sin romperse. Y funciona. Nihil, la protagonista heredera legítima tanto de Faith como de Lara Croft, pega guantazos a ritmo de breakbeat y los reparte con elegancia y bastante personalidad para ser la copia de una copia. Nihil se sabe dueña de sus recuerdos.

Esa París colorista e informatizada hasta la hipérbole nos cuenta suficientes cosas como para funcionar con solidez: de la lucha de clases y las drogas imposibles, de los supervivientes que cuestionan leyes que funcionan fetén y de Sensen, la dictatorial empresa que actúa como la Precrimen del Informe de la Minoría y que, con su programa politicosocial Memorize, pretende mantener la maquinaria engrasada durante siglos… Todo encaja con un mínimo de coherencia, aún con esos giros finales tan manieristas y proféticos, cansinos por repetición y estandarizados seguramente por un puñado de sinvergüenzas. El guion se las ingenia casi siempre para dejar un poso trasversal por si lo expuesto de primeras no encaja como debería. Ese punto intermedio es su sitio.

Remember Me es a la mecánica lo que Enslaved a la narrativa. Signifique lo que signifique. Todas sus referencias se aglutinan en un mensaje fundamental: memorizar combos, escupir combos. Hasta en los niveles más pobres, Olivier Deriviere está debajo firmándose una de las mejores partituras de su carrera, los escenarios están sobrados de creatividad loca y carambolas artísticas, y cada par de horas aparece un jefe de nivel fresquito para proponer un cambio. Obviamente, el trofeo es mucho más satisfactorio cuando la dificultad se vuelve más incómoda. Cuando los dueños se olvidan del énfasis cinematográfico y se ajustan a lo orgánico del videojuego, Remember Me es genial.

Un ad hominem: John Carpenter lo situó en su podio personal de juegos favoritos. Algo de razón tendrá.