«Mario Golf: World Tour» – Eso es todo, amigos

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Mario Golf: World Tour
2014
Camelot-Nintendo
3DS

El regreso de Mario Golf es la metáfora perfecta de la Nintendo de nuestros días: apunta a todo lo que triunfa en la actualidad, pero sin entender nada, y se deja parte del alma por el camino. ¿Estoy diciendo que Mario Golf es un mal juego? Para nada, tiene un golf arcade brillante, tenso, afinadísimo, pero sólo es un buen juego, rebajado a competir con otros de la misma liga -el Everybody’s Golf de, vaya, la misma Camelot, o los coreanos Pangya-, en vez de representar una categoría en sí misma. Quizás por el pecado -repetido tras esa pequeña decepción que fue Mario Tennis, también de Camelot- de haber abandonado los componentes de rol para sustituirlos por monedas. Un mensaje jodido, si lo piensas: tu Mii no puede mejorar como deportista, es la pasta que se deje en el equipo la que le convierte en el Tiger Woods de los avatares lo-fi.

Esa decisión, más cercana al Pangya Online (que es uno de mis free-to-play ocasionales favoritos, ojo, pero gratuito al fin y al cabo), convierte al juego en un festival de ruedas de hámster, de repetir campos para desbloquear cosas y para conseguir el dinero para comprarlas, una y otra vez. Básicamente, el juego te empuja hacia el modo online (no es casualidad que la habitación para ello sea un calco de la de Pokémon), con un completo calendario de torneos abiertos y asíncronos contra todo cristo -y unas cuantas opciones privadas para jugar en tiempo real-, en el que tenemos recompensas extra -¡viseras de Game Boy!- y motivación para mejorar nuestro juego. Porque, al menos en lo que respecta al modo carrera, no competimos contra golfistas del universo Nintendo, sino contra sus nombres y una tarjeta de golpes prefijada.

La cosa cambia en la partida rápida, donde si podemos jugar con Mario y compañía -presentes también en los torneos de personajes-, pero que no tiene continuidad. Es como si cada parte del juego fuera un compartimento estanco, donde pululamos por menús… Y por el propio castillo, en una de esas decisiones de «pasea el menú» tan a lo Need for Speed: Most Wanted (2005), que sólo agravan la sensación de que Mario Golf se ha convertido en un trabajo, en una serie de tareas con olor a MMO y rolazo japonés mal entendido, pero sin el rolazo y sin nada que impulse nuestros avances. Si encima le añadimos un pase de temporada de salida que lo único que hace es señalar las deficiencias de contenido -el modo carrera principal sólo cuenta con tres pistas «normales» y otras adicionales de fantasía, estas sí puro Mario Golf clásico, pero exentas de historia-: cuando un juego de cartucho y precio completo debuta ofreciendo casi tanto contenido en su pase de temporada como el que existe en el propio título, mal asunto.

Lo peor es que el intento de Nintendo de casualizar uno de sus mejores deportivos -ausente en la pasada generación sabrá Iwata por qué- sólo lo es a efectos de lo peor que tiene el mercado actual de móviles y demás: online, DLC, grinding, desnudez de elementos -no, en serio, por qué quitar el rol y destrozar el modo historia, por qué-, desconexión… Y es una lástima: por debajo de estas concesiones a lo que no es Nintendo, sigue latiendo un título de marca mayor. O, al menos, un porcentaje del mismo, entre tanto palo de ciego.

Un comentario en “«Mario Golf: World Tour» – Eso es todo, amigos”

  1. Muerte a los encorbatados accionistas que influyen en las decisiones de diseño. El horror. Cuánto daño va a hacer el free-to-play de los móviles. Cuánto.

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