Mondo Píxel PG – «El no jugar»

isaac

No juego desde el cierre de Games TM. A prácticamente nada. Llevaba unas semanitas en las que solo jugaba por obligación a lo que me caía sin posibilidad de escape por la revista, y a cosas puntuales en Vita, siempre juegos como OlliOlli, rápidos y sin exigencias de tiempo. Alguna cosilla aquí y allá con el móvil, algún pequeño despiste en el navegador. Mi recreativa está rota desde hace unos meses y eso me aleja (de momento, que parece que podría estar funcional de nuevo en las próximas semanas) de la tentación de la partida rápida al Trojan o al Rygar que destroza el alma pero calma el ansia. Quizás cuando vuelvan esas tripas pixeladas, esos clásicos de Capcom y Konami, me replantee esta columna. O genere otra. No sé. De momento estoy en dique seco.

No estoy mal. En serio. Sé que suena al típico discurso de ex-fumador que no soporta que los demás sigan machacándose la pulmonada con Celtas sin filtro mientras él cada vez tiene más mocarreras al subir hasta el tercero sin ascensor, pero no estoy intentando convencer a nadie de nada. Quienes llevan años leyéndome saben cuáles son mis filias como jugador, independientemente de mi actitud profesional de catar un poco de todo y estar informado de lo necesario para seguir escribiendo sobre videojuegos: mucho retro (a menudo escarbando en las simas ajenas a los clásicos), mucha portátil desde los tiempos de la GBA, mucho indie y, en consolas grandes, géneros sencillos e inmediatos (lucha, conducción, arcades en general) y siempre, cierta fobia a los Triples As, a las producciones mastodónticas que ocultan dramáticos agujeros jugables o de concepto y desconfianza en general por los gigantes con pies de barro. Como me pasa con los tebeos. Como me pasa con la música y el cine. Como me pasa con la gente.

Como ávido consumidor de cultura popular, me pasa como a todos los fans: me doy atracones (por gusto, por curro, qué más da, hace décadas que lo tengo ya todo mezclado) y luego tengo que parar para echar los gasecitos. Pero hasta ahora eran paradas técnicas: me leí todos los X-Men de Claremont en dos tardes, como quien dice, creo que puedo descansar unas semanitas de tebeos Marvel; me hice una maratón de la Hammer en la que no vi otra cosa en toda la semana, pues igual un mesecito sabático de Lo Gótico no me viene mal; exprimí hasta la náusea las últimas entregas de Saint’s Row, a lo mejor el próximo sandbox que pruebo es el GTA VIII. Pero eran pausas saludables, y siempre para tomar aire y volver a la acción. Esta vez estoy más zen. Sigo leyendo noticias, estoy al día, recabo opiniones sobre producciones que me interesan, pero no tengo el menor interés en cabalgar la next-gen, en mejorar mi ordenador para pillar con gusto la próxima tanda de ofertas de Steam, en probar un cachirulo de realidad virtual para palpar en primera persona cómo va a ser el futuro de los videojuegos. No le tengo fobia a nada porque total pa qué, pero de momento estoy encantado de verlo todo desde la barrera.

La cuestión es que esta desintoxicación momentánea, este prescindir de la fiebre por la noticia última y el DLC terminal, me permite ver con algo más de juicio cómo nos crispamos por chorradas inanes (a quién le importa que el último Assassin’s Creed sea una mierda si siempre, en el fondo, me parecieron una mierda) mientras cuestiones que importan (gamergate aparte, que si eso no da ganas de lanzar todo el aparataje electróico por la ventana no sé qué lo hará, en la última década he jugado a más indies que me han parecido esenciales que a juegos de presupuesto medio o alto que me hayan emocionado mínimamente) pasan por debajo del radar de noticieros y columnistas. Voy a volver  ajugar en breve, claro que sí: el otro día me leí un texto añejo sobre Condemned que me puso los dientes largos y me dio ganas de retomar algunos juegos medio olvidados (¿Second Sight? ¿Por qué tengo tantas ganas de volver a intentarlo con Second Sight?), pero esta oxigenación me ha permitido contemplar a los fans y sus conflictos, sus ansias locas, su tanta energía malgastada en dos chorradas, y rezo para que cuando vuelva a la carga, pueda mantener algo de esta tranquilidad de espíritu.

Seguir jugando, seguir escribiendo de videojuegos, pero habiéndome cepillado algo de esa irritante caspa consuetudinaria de los hombros. A ver si lo consigo.

 

 

4 opiniones en “Mondo Píxel PG – «El no jugar»”

  1. Buena reflexión, por lo personal y sincera, si me permite decirlo.

    Con todo, lo más interesante de este asunto es -a mi juicio- qué es lo que le ha provocado ese parón en su actividad lúdica con los videojuegos, y eso no lo identifica en este texto.

    Como jugador desde que tengo uso de memoria, yo también he tenido épocas, no en las que haya dejado de jugar (es un hábito demasiado arraigado en mí), pero sí de cierta desgana y apatía. En ocasiones tampoco he conseguido dar con la clave de por qué me ha sucedido esto, aunque, en general, lo asocio con una cierta saturación de géneros y mecánicas que ya he visto y jugado mil veces, sumado a una crisis de creatividad (en lo jugable o en lo artístico, porque la técnica va siempre pa’lante, ya lo sabemos) en los juegos emblema o superproducciones que tanto se promocionan y de los que todo el mundo habla. No sé, que disfrute mucho más jugando al Earth Defence Force 2025 que a un GTA o a otro triple A dice algo de esto último, creo yo.

    Pero estoy divagando.

  2. Ponte con el Second Sight pero ya. Yo también me he tomado un respiro en lo que a rabiosas novedades se refiere y me estoy reencontrando con viejas joyitas que tenía por la estantería. Ahora estoy con The Red Star, juego que sin inventar nada y bastante modesto me está entreteniendo muchísimo.

  3. A mì también me pasa y eso que tiendo a jugar cosas nuevas pero viejas como pueden ser Donkey Kong Country: Tropical Freeze, Shovel Knight y Volgarr the Viking (la hostia). Indies y Nintendo, no necesito más. Tengo algunos AAA a los que viciar de vez en cuando ( los Arkham por ejemplo. Aunque más por Batman que por otra cosa). PS4 y One me dan una pereza horrorosa. Más aún cuando lo que más me llama de los pròximos meses es Captain Toad.

    Ah, sí, el artículo. Muy bien, como siempre.

Comentarios cerrados.