Sunset Overdrive
2014
XBOX ONE
Insomniac Games
Fíjense en la imagen de arriba. Un magnífico pastiche de comic andergráun, plasticidad chic y tontería adolescente. Sunset Overdrive es todo eso y más: la actitud disparatada de Saint Row con la banda sonora de Crazy Taxi, la cacharrería de Borderlands con el esperpento de Kick-Ass, el colorismo de Ratchet & Clank con las quimeras de Resistance. Evidentemente, nada de esto es axioma, sino un acercamiento más o menos certero sobre una galerías de ideas imbricadas, una sobre otra, en el resultado final.
Insomniac Dreams presentó el juego diciendo que era una necesidad, algo liberador que tenían que hacer. Que frente a la paternidad y los nuevos giros vitales del equipo desarrollador, buscaban crear un juego divertido y alejado de la solemnidad habitual que napea cualquier medianía consolera. Quizá por ello la comparación con Jet Set Radio, puntal de aquella lejana Dreamcast, porque más allá de los mimbres estéticos persiste un activismo cuasi-punk que en Sega era mantra: “ven ya y juega con nosotros”. Y claro que voy a jugar, me cago en la leche, Merche, de jugar va todo esto. Que el menú deje seleccionar sangre o no, vulgaridad o no, gordo o flaco, velocidad loca o pacing a lo Infamous, señala claramente hacia esa dirección: Sunset Overdrive es amistoso ante cualquier perfil. Aunque una vez dentro, la cosa cambia.
En el capítulo I Heart New Yersey de la serie How I Met Your Mother, el carismático Barney Stinson lleva su clásico brofist hasta un incómodo síncope: no bajará el puño hasta que alguien le corresponda. Este gag tan idiota, tan excesivo, recuerda en cierto modo a una partida frente a Sunset Overdrive: necesita culminarse de alguna forma, pero no sabe cómo. Tanto Barney como el juego son carismáticos a rabiar, pero en ese escupir ironías exentas de contenido y regurgitar guiños sin el menor filtro posible (a todo lo que se os ocurra, desde BuzzFeed hasta Portal, pasando por El Gran Lebowski o South Park), se les escapa una obviedad como un piano: no es necesaria esa metralleta de pedos autoconscientes cuando la mecánica es sólida como una roca, deja de verbalizar cada pausa en la acción con referencias pop y déjame jugar tranquilo, en cooperativo a ser posible.
Pero vaya, el niño no puede estarse quieto. No pueden negársele algunas gansadas muy bien llevadas, conserva la facultad de sonar idiota y agradar aun cuando no se lo propone. El Sunset TV (esa versión youtuber de Crash.FM, la radio de Burnout Paradise) nos recuerda el ritmo esquizo de nuestras misiones y, debajo del brochazo tontorrón, hay una jerarquía de armas, rivales, movimientos y una sartenada de microreglas que, o bien se cumplen a rajatabla, o pasaremos más tiempo muriendo y viendo las secuencias de respawn que jugando –algo terrible para un juego que fundamenta el ritmo como pilar maestro–. Sunset Overdrive es la onomatopeya tras el guantazo, una reformulación en absoluto novedosa pero suficiente suculenta como para ignorar la cuchufleta y centrarnos en la grácil cabriola. Y, sobre todo, cumple exactamente con lo que prometió aquel trailer de presentación. ¿Se imaginan que todos los juegos lo hiciesen?
https://www.youtube.com/watch?v=cXDOdCw92-s