Jupiter Jump
Android (versión comentada), iOS
Noodlecake Studios
2014
Ya habrán deducido, por la naturaleza de los últimos juegos que he reseñado, que me fascinan los juegos de control táctil sencillo. Hay algo de natural ligazón entre lo inmediato y lo intuitivo en los títulos que se manejan con un solo toque en la pantalla en el momento preciso que devuelve al medio a su plan inicial. Luego está la cuestión de que la sencillez conduzca al clonismo indiscriminado, y que visto un infinite runner, vistos todos. Pero los matices, las pequeñas distinciones entre unos y otros son las que perfilan las diferencias, al final, entre otro clon de Flappy Bird o Temple Run y un título que tiene algo decididamente nuevo (por elemental que sea) que contar.
Como de costumbre en los juegos de Noodlecake, no hay muchos detalles que dar sobre el desarrollo de Jupiter Jump: nuestro personaje traza amplias parábolas, como saltos en gravedad cercana al cero en la atmósfera de un planeta desconocido. Su misión, cómo no, aguantar lo más posible en semejante tesitura, no muy distinta a los arcos que trazaba el rechoncho héroe de Flappy Bird, pero con algo más de capacidad de maniobra: nuestro astronauta puede interrumpir una parábola para forzar una caída en picado, tras la que seguirá efectuando saltos idénticos a los habituales. Esas caídas le servirán tanto para acelerar el ritmo de sus movimientos y esquivar obstáculos como para atravesar líneas ubicadas transversalmente en su camino, y que sirven como multiplicadores de puntuación.
Jupiter Jump, con su mecánica esquemática y su perfecta banda sonora chiptunera esconde, toque de pantalla a toque de pantalla, unos minúsculos vericuetos estratégicos: se pueden encadenar saltos abreviados para pasar por debajo de minas elevadas, o para frenar el avance inexorable a una muerte segura. El toque en la pantalla no solo sirve para medir la distancia de los saltos, sino también para perfilar la velocidad del desarrollo, lo que garantiza que cada partida de este dificilísimo juego no dure mucho más que las primeras veces, pero desde luego, sí que el jugador repita con insistencia hacia un salto perfecto más y en una curiosa búsqueda del ritmo interno idéneo. Particularmente, es toda la complejidad que busco en un juego para un dispositivo tan sencillo y con unos controles tan limitados porque pads virtuales, yo os maldigo.
Que nadie se llame a engaño: la fugacidad del placer que proporciona Jupiter Jump es tan efímera e intrascendente como la de todos los juegos de Noodlecake Studios. Pero de algún modo, en esas abstractas partidas de menos de un minuto controlados con la yema del índice de la mano tonta, se puede atisbar la caligrafía de la esencia del videojuego: la insistencia del jugador en conseguir una mejora que no va a ningún lado, la imprevisibilidad unida a la repetición, los movimientos reflejos fuera de todo control racional. Insisto: a mí me basta y, qué demonios, a usted debería bastarle también.