Meteos
Nintendo DS
Q Entertainment
2005
Como educador durante mi horario laboral, como alguien que se las ve día sí, día también no solo con alumnos, sino con asociaciones de padres, apocalípticos de la cultura pop e iluminados de cualquier calaña, puedo asegurar sin temor a equivocarme que el juego más violento que se ha lanzado al mercado en los últimos diez años se publicó para Nintendo DS y se llama Zoo Keeper. Puede que en GTA el ejército saque tanques a la calle para cazarte como a un perro (de los que se cazan con tanques), pero ésta parece una experiencia más divertida de jugar que de vivir. Los desmembramientos en Ninja Gaiden son tan crueles como contundentes, pero la sed de venganza solo la sufre el personaje, no el jugador. En Zoo Keeper, sin embargo, es uno el que vive en primera persona la frustración de tener todas las piezas del puzzle delante pero no saber reconocerlas, de que esas mismas figuras se hagan al fin visibles cuando ya es demasiado tarde, de terminar cada partida con otra de revancha que generalmente acaba antes que la anterior. Mil escenas de disparar a turistas en aeropuertos no provocarán la ira de una única partida echada a perder porque se ha descuidado a los tigres un poco más de lo debido. Esa furia podrá ser breve, pero no por ello menos real, y si no basta para empujar al crimen, quizás la ratonerísima música que envuelve machaconamente cada nivel termine de decidirte. ESRB, fuiste concebido para juegos así.
El único juego que se me ocurre que podría quedarle a la altura en perversión e iniquidad salió poco después, y también para Nintendo DS (esa máquina del mal). En Meteos la pantalla no se presenta como un tapiz completo: las piezas caen como en Tetris a medida que se desarrolla la partida y pueden casarse no solo con otras de su entorno, sino incluso con otras de la misma familia que estén desperdigadas por el escenario. Una vez formadas series, estas se propulsarán fuera de la pantalla (el objetivo del juego), aunque a veces hará falta un nuevo impulso para deshacerse de ellas definitivamente. Entonces, aunque solo pueda moverse dentro de la misma columna, el jugador debe repartir su atención en tres planos: la pantalla en general, las columnas de piezas que está moviendo y las posibles combinaciones dentro de ellas que terminarían de impulsarlas. Como a medida que aparecen nuevas piezas las posibilidades de combinación son mayores, podemos acelerar su caída arriesgándonos a rematar la partida en la búsqueda de la figura que podría salvarla. Ahí es donde Meteos enseña los dientes: la furia ciega que nace del fracaso no es menos furia ni menos ciega que en Zoo Keeper, pero en Meteos siempre cabe reprocharse un error de estrategia. Hay que tener más en cuenta las piezas que están ya en movimiento, o lo contrario. Hay que intentar desplazar las esquinas primero, o quizás dejarlas para el final. La mecánica del juego lleva a pensar que puede ser dominada, que es la propia incompetencia la razón detrás de todos los fracasos, y es este pensamiento el que da a la frustración tras la derrota un cauce que no había encontrado en puzzles anteriores, un cauce que la lleve de vuelta directamente hacia ti. Zoo Keeper y Meteos son juegos violentos sin la menor duda, pero de los dos solo Meteos es además autodestructivo. Porque solo Meteos es tan cruel como para hacerte creer que se le puede vencer.
Uno de los mejores juegos de DS sin ninguna duda. Un juego genial.