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Valve montó hace poco uno de esos chiringuitos tan al uso de la promoción en el siglo XXI, una página con cuenta atrás y tres huecos para tres anuncios, bajo un epígrafe común -el salón- y una fecha -2014-. El objetivo es la consola-Steam, el miniPC que hace tiempo que dejó de ser rumor con el que la empresa de Gabe Newell quiere hacerse con el salón, mientras aún puedan. Ya han desvelado dos piezas: SteamOS, el sistema operativo que montará tanto su máquina como cualquier cacharro que pueda correr un Linux más o menos en condiciones; y los propios cacharros, de los que Valve repartirá 300 propios este año y que se podrán comprar a partir de 2014 a unos cuántos fabricantes. ¿Cuáles? No se sabe. ¿Especificaciones? De nenazas. ¿Utilidad? Vender más cosas.
Porque, de momento, SteamOS no es la salvación de Windows, esto debería quedarnos muy claro, y menos mientras a los desarrolladores Microsoft les siga proporcionando herramientas para que un juego de Xbox 360 pueda llevarse a Windows sin mayor complicación. Pero ojo: de momento. Valve ha metido esfuerzo, tiempo, dinero y talento en crear Steam para Linux -la compañía ha telegrafiado cada movimiento hacia las Steam Machines, principalmente porque se la suda toda la competencia menos Apple-, primero, y SteamOS ahora, que apunta más a distro linuxera con apariencia de Big Picture (la interfaz del Steam clásico para teles, sin teclado) que a otra cosa. Lo divertido es que Valve ha puesto condiciones para que los 300 elegidos puedan participar, algunas de ellas bastante lógicas (jugar con gamepad a un juego mediante Big Picture) y otras un tanto confusas. Pero eh, es LA SUPERBETA: 300 cacharros, un solo planeta. Por otro lado, somos gilipuertas: ¿cómo no se nos había ocurrido que Valve llamaría Máquina de Vapor a sus tecnobichos?
En realidad Valve quiere vender de todo: música (que ya lo han hecho con BSOs), vídeo (ídem con Indie Movie), videojuegos, cualquier cosa que huela a multimedia. Software (que también lo han hecho), por ejemplo, haciéndole la superpuñeta a la tienda de Windows 8. Lo que pasa es que ya revolucionaron el mundo cuando presentaron Steam con una obligatoriedad que ríete de Origin: si querías jugar a Half-Life 2 tenías que pasar por el aro. A Valve le hemos perdonado cosas por las que crucificamos a Ubisoft, por ejemplo. Más que nada porque las hacen de puta madre y porque, como Gabe Newell es redondo y suave -tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos-, nuestros cerebros están programados para que nos caiga bien.
Este tío no sale a Bolsa porque NO LE HACE FALTA.
Y porque en el fondo, todos esperamos que el viernes nos hablen de Half-Life 3. Aunque luego nos enseñen un puto mando y nos hablen de compartir juegos con la familia, jugar en la tele y comprar más cosas que nunca en las rebajas de verano. Porque, queridos míos, si Valve consigue convencer a la gente que vende películas y tele para que se casquen unas rebajas de Steam, se van a follar TODO. Todo el planeta. Todo el universo observable incluyendo el culo iTunesino de Tim Cook. Igual que Steam se ha follado toda la venta de juegos digitales mientras el resto del mundo se metía -y se sigue metiendo, Rockstar– el dedo en la nariz de lo físico y de subirse a la parra en los tenderetes binarios. Cuidado con Newell, terrícolas, porque es el Tony Stark del videojuego.
«El Tony Stark de los videojuegos» no se puede resumir mejor lo que es el tío Gabe.
Buen texto Javi.