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Game over: How Nintendo conquered the World
David Sheff
Vintage Press, 1994
Dice el refrán que las salchichas y las leyes son dos cosas que cuanto menos se sepa cómo se hacen mejor, pero parece que en Game Over: How Nintendo Conquered the World, el escritor David Sheff ha encontrado un negocio aún más tétrico y sanguinoliento si cabe: la venta de videojuegos. O al menos la venta de videojuegos como la entendía Nintendo durante los ochenta, unos años de hierro en que la industria había saltado por los aires debido principalmente a la incompetencia de los directivos de Atari, y que la casa de Mario reconstruyó a su imagen y semejanza al menos durante lo que duró la primacía de la NES.
Game Over pasa revista a esa época pretérita en que las consolas de videojuegos eran vistas como un mercado inestable y potencialmente ruinoso, donde los gigantes corporativos se estrellaban tras inversiones escandalosas a menudo enfocadas a lo transmedia y en la que Nintendo se hizo un nombre gracias en parte a sus decisiones desconcertantes y aparentemente suicidas. Ay, los ochenta, esos años que se fueron para nunca más volver…
Game Over: How Nintendo Conquered the World es la edición revisada y corregida de una versión anterior que no he sido capaz de encontrar, pero que Random House había publicado un año antes con el aún más abracadabrante título de Game Over: How Nintendo Zapped an American Industry, Captured your Dollars, and Enslaved your Children. Aún habrá una tercera versión en 1999, ya sin nombre desquiciado, que tampoco ha caído todavía en estas manos pecadoras pero donde presupongo que se hablará en profundidad de la época de Super Nintendo y Nintendo 64. De momento, en la edición que tengo, Sheff aprovecha el reguero de éxitos tras la eclosión de Nintendo en Occidente para hacer un análisis de la compañía que yo creo que debe ser único en su especie: hablar de ella durante quinientas y pico apretadísimas páginas sin casi mencionar sus juegos. Apenas hay espacio para Gunpei Yokoi o Miyamoto (en este segundo caso casi mejor, las erratas al escribir su nombre provocan auténtico dolor físico), tampoco para mentar más que de lejos a Zelda y Metroid, y las poquísimas veces que decide meterse en harina demuestra una comprensión bastante limitada de las mecánicas (¿Super Mario World un juego derivativo?) Pero aunque pique un poco, nada de esto importa a la larga: Game Over trata sobre otra Nintendo, una compañía que llega un poco por casualidad a un mercado agonizante, lo sanea y reconstruye (para bien y para mal) desde sus propios términos. Es un libro voluntariosamente épico donde de vez en cuando se mencionan videojuegos, pero donde lo gordo del asunto se juega en tres frentes: el drama familiar, el empresarial y el judicial.
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Hiroshi Yamauchi. Cabeza de Nintendo y padre del año.
El marco del ensayo lo compone el relato lacrimógeno de la historia de la familia Yamauchi. En los primeros capítulos se habla del dueño de la compañía, Hiroshi, un adulto al límite cincuenta por ciento desequilibrado cincuenta por ciento visionario que, abandonado por su padre, acaba convirtiéndose en un patriarca feroz que medio educa medio tortura a su familia con baterías de decisiones extravagantemente crueles (mi favorita es cuando se lleva a su hija Yoko de geishas para celebrar su mayoría de edad, luego la manda a casa cuando la cosa se caldea y él continúa la parranda hasta el amanecer). Esta retahíla de experimentos sociológicos lleva a Yoko por la calle de la amargura, y llorando amargamente cada noche hasta dormirse, jura sobre lo más sagrado que se casará con un mozo galán que la trate como merece. Este mozo resulta ser Minoru Arakawa, también joven de familia bien que durante los sesenta luchó (o algo así) por los derechos civiles de las minorías en Estados Unidos y que ni siquiera cuando funda Nintendo of America quiere tocar un yen de los que le ofrece su suegro. La difícil relación entre Hiroshi, Yoko y Minoru articula el texto (no se lo pierdan: Hiroshi da el visto bueno a su yerno porque le parece feo y, por tanto, adecuado para su hija), y a través de sus idas y venidas, Sheff da cuenta de los sinsabores empresariales (fracasos, zancadillas, órdagos terroríficos) y legales (denuncias por monopolio, infracciones de copyright, racismo galopante) que constituyen las otras dos patas de banco.
Si se están imaginando ustedes que esto es un dramón tremebundo es que yo estoy haciendo bien mi trabajo. El libro es en gran parte un constante luchar de Yoko por su independencia, de Minoru por demostrar que no es un advenedizo, en cierta medida, de la lucha interna de Hiroshi por abrirse a su familia. Entre medias, se lanzan consolas, se abren mercados, hay sartenadas de juicios, catarsis por todos lados, anécdotas de cualquier pelaje (desde las enjundiosas, como el proceso de compra de los derechos de Tetris, a las agradecidas pero que no llevan a ninguna parte, como que Nolan Bushnell pusiese a su hija a dormir en el sofá para usar su cuarto como taller donde pergreñar Space War). No hay espacio para el aburrimiento en Game Over, y el espacio que uno esperaría que se dedicara a hablar de los productos de la compañía se invierte en contextualizar esta especie de drama familiar shakesperiano: Vietnam, George Bush, la guerra fría, Norman Rockwell… Sheff compone un tejido mítico que envuelve el devenir de Nintendo en América a veces con material de primera y otras cargando la mano en la descripción de hechos hasta convertirlos en metáforas de baratillo que se ajusten a sus propósitos (un volcán entra en erupción cuando Yoko y Minoru marchan a Estados Unidos; Hiroshi jugando a go como símbolo de su superpoderes de empresario-emprendedor-generador-de-empleo). Hay incluso espacio para el final feliz: Yoko se convierte en una mujer libre que fuma aunque eso moleste a su padre, Minoru en el nuevo sheriff de la compañía tras la jubilación de Hiroshi, ahora devenido en abuelo benevolente (o lo más benevolente que puede llegar a ser semejante bestia parda)
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Minoru Arakawa y el abogado Howard Lincoln
Game Over es un libro extravagante que nunca da lo que promete. Jamás se plantea siquiera ser un ensayo sobre videojuegos, ni siquiera uno donde como medio tengan alguna importancia. Solo con mucha generosidad se podría considerar un ensayo, aunque tampoco es en absoluto una novela. Cuanto se cuenta es grandilocuente y exagerado, es un blockbuster donde todo lo que rueda vuelca y cualquier cosa con un cable suelto es susceptible de volar por los aires, pero a la vez se ciñe a su documentación de una forma casi esquizofrénica. Pese a su título, Game Over no habla de finales, ni tampoco de los intentos de la compañía de posicionarse globalmente (el libro al completo se centra exclusivamente en la rama norteamericana). Por momentos parece que ni siquiera habla de Nintendo. Hasta que uno comprende que, obviando a los verdaderos cerebros de la casa, simplificando acontecimientos y engordando artificialmente otros, Sheff ha descrito de manera churrigueresca pero con garra innegable la gestación de una compañía que no solo triunfó en río revuelto, sino que por el camino marcó un estilo al que se sigue mantiene fiel veinte años después, levantando una industria que ya no lidera pero que en cierta medida le debe su existencia. Todo ello saltándose cualquier manual imaginable, en medio de críticas feroces y de los peores augurios posibles.
Entonces sí, lo que se cuenta en Game Over empieza a hacerse poco a poco familiar.
Excelente reseña, a mi me tocó leer la primer edicion de este libro que se llamaba casi igual, que solo cambiaba a «How Nintendo Zapped an American Industry, Capture your Dollars and Enslaved Your Children», tenía duda de comprar el libro que reseñan ya que pensaba que era una continuación de esta primera edición, pero al parecer solo le cambió el subtitulo para que no sonara tan agresivo. En particular los articulos y las entrevistas de David Sheff son muy de mi agrado ya que es de los pioneros investigadores de la industria y este libro esta muy bien documentado, que ha sifo eje de varios reporteros que han hecho documentales sobre la industria del videojuego. Muchas gracias!
Hola, Anwar. Pues sí, parece que es el mismo libro con un título basrante menos churrigueresco. O eso he entendido, porque no he podido comparar ediciones. En Internet al menos dicen que es así, y yo te confirmo que de segunda parte nada.
Sobre su calidad, yo no la tengo tan clara. Es chismoso, trampea cuanto quiere y arrima el ascua a su sardina hasta carbonizarla. Pero como en el fondo soy una portera, también te digo que me lo he pasado de puta madre, las cosas como son. Así que lo recomiendo a ciegas, pero no sé si por los motivos correctos