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Ni No Kuni
Level-5, Studio Ghibli
PlayStation 3
Si hay actualmente un género cuyas directrices más clásicas se ven cuestionadas con mayor frecuencia y fiereza por parte de un elevado número de jugadores, ése es sin duda el rol japonés. No es de extrañar, pues se trata de uno de los pilares genéricos base que sustenta un mercado tan estereotipado como el nipón y que parece que no ha sabido o no ha querido crecer al mismo ritmo que ha marcado la maduración del público y el generalizado gusto occidentales. Mi postura al respecto es bastante optimista, pues si bien algunas de las franquicias más numéricas y populares como la consabida Final Fantasy han perdido parte del esplendor de antaño a causa de giros de timón en direcciones quizá poco favorables, no nos hemos quedado huérfanos del todo en la materia gracias a propuestas tan satisfactorias como Lost Odyssey (Mistwalker, 2008), Xenoblade Chronicles (Monolith Soft, 2011) o la formidable saga Persona de Atlus.
Es complicado omitir el contraste y la posterior evolución que se ha ido produciendo entre las expectativas previas que sobreinflamaban el hype hasta el umbral del delirio de no pocos jugadores, frente a la realidad latente y candente del nuevo título de los siempre cumplidores Level-5, con Akihiro Hino a la cabeza. En primer lugar, porque quizá se haya producido un cierto desajuste entre una cosa y la otra, pero en segundo lugar y de manera más remarcable, porque quizá esas expectativas han acabado cediendo de buena gana ante los encantos, sencillos pero rotundos, de un cuento mágico perfectamente insertado en los mecanismos de ejecución de un juego de rol japonés clásico. O quizá al revés, quizá la base motriz del género ha sabido acoplarse, con moderación pero de manera eficiente, a los reductos esenciales de la fantasía Ghibli. Y es que Ni No Kuni es mucho más conservador de lo que podía esperarse de un producto que lleva impreso el sello Ghibli en cualquiera de sus capas de producción, pero el suyo es un clasicismo eficiente, conciso, que ha sabido limar muy bien las asperezas con que habitualmente tropezamos en producciones que requieren de un considerable número de horas para ser convenientemente desgranadas. Ha sabido agarrar de aquí y allá, ha tomado referentes de sagas clásicas (mucho hay de Dragon Quest, por ejemplo) sin demasiado disimulo, dando en todo momento la impresión de haber tenido las ideas claras desde el principio. Se permite incluso sutiles guiños puntuales al género que acarician la autoparodia, pero lo hace sin un mínimo atisbo de sorna; todo aquí está hecho con mimo, con cariño y con respeto, no solo hacia sí mismo o hacia sus referentes, sino también hacia el propio jugador. Ni No Kuni quiere gustarte y se emplea a fondo para que ello suceda.
Una de las mejores cosas que pueden decirse de Ni No Kuni es la sensación de equilibrio que supura, la impresión de que todos y cada uno de sus aspectos jugables han sido meditados con inteligencia, mascados con calma y depositados con mesura en el esqueleto interno de la criatura para que el avance sea progresivo, lento —que no pesado—, dosificando la aparición de cada nuevo elemento en el momento justo en que nos hemos aclimatado a la dinámica de avance para que ésta resulte siempre novedosa. Un buen ejemplo de esto, pero no el único, reside en la cesión de gran parte del poderío bélico a esos apéndices móviles y cambiantes que son los únimos, de manera que la tarea, en ocasiones necesaria y en otras puramente recreativa, de revisitar cada localización ofrece la opción y el reto añadido, siempre y cuando queramos asumirlo, de utilizar las nuevas opciones estratégicas que los únimos de diferentes características y niveles, obtenidos a posteriori, nos ofrecen. Lo mismo ocurre con el resto de elementos, de tradicional aparición en el jotaerrepegé de toda la vida, como la alquimia, las cacerías, la retahíla de misiones secundarias de diversa tipología, el casino, o los diferentes medios de transporte (incluido el teletransporte), todos ellos esparcidos sabiamente en un ratio de recursos/rutinas clásicas muy equilibrado. No se libra, no obstante, de una reiteración excesiva en la manera de concatenar ciertas tareas secundarias quebrando un poco ese equilibrio por todo lo demás tan natural, y de hecho nunca arreglar corazones rotos nos importó tan poco.
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Por otro lado, la exuberancia desbordante y fantasiosa de lo Ghibli se queda en mero tapiz estético, sin llegar a penetrar en las entrañas de lo puramente lúdico o mecánico. Las buenas ideas proyectadas en esas primeras incursiones intermundos insinúan una prometedora conexión flexible en la acción-reacción entre Motor Ville y el otro mundo, pero se diluyen rápidamente en la cuadriculada rigidez con que se estructuran estos saltos espaciales a lo largo del desarrollo de la aventura. No obstante, basta con cederle al juego unas cuantas horas más para acatar con agrado su disciplina y dejarse llevar por su encanto lampiño y musical. No es difícil anteponerse a lo que va a suceder a nivel argumental, pero ese ir un par de pasos por delante no resta interés a la hora de simplemente presenciarlo con una sonrisa cómplice e idiota. No hay infantilismos que valgan, como algunos mascullan, en el sano disfrute de un cuento fantástico atemporal que además no está exento de varias capas de lectura.
Ni No Kuni sintetiza muy bien todo lo que el género ha sabido ofrecer de manera imperturbable durante décadas, y todo lo que puede seguir ofreciendo sin virajes excesivos con respecto a su eje central, adaptándolo con precisión al gusto general del sector de público objetivo y poniéndolo al servicio de una fantasía estética de inconfundible factura Ghibli. Ni No Kuni es precioso, es un precioso ejemplo de por qué cuando las cosas se hacen bien no se torna tan urgente esa necesidad de cambio dentro de un género incombustible capaz de mantenernos, aun a día de hoy, casi sin tiempo para nada como estamos, medio centenar de horas pegados a la pantalla.
No has podido expresar mejor lo que significa este juego. Además la evolución de Oliver frente a sus problemas es espectacularmente épica y capaz de emocionar a cualquier tío con una piedra por corazón.
Simplemente sublime, y encima con una de las mejores traducciones-adaptaciones a español más divertidas y brillantes jamás hecha; he visto referencias desde Monkey Island a la Chaqueta Metálica.
BRAVO.
Es la primera vez que comento por aquí pero creo que la ocasión lo merece. Es un artículo genial, refleja muy bien la esencia de Ni No Kuni. También yo he escrito un artículo que se ha publicado precisamente hoy sobre el juego y veo que tenemos una opinión muy parecida en muchos aspectos! Te dejo el enlace por si quieres echarle un vistazo 🙂 http://deusexmachina.es/sobre-ni-no-kuni-los-mapamundis-y-la-evolucion-de-los-jrpg/
Tengo muchas ganas de probarlo. La simple mención de Ghibli atrae a todos los que apreciamos y valoramos el preciosismo sosegado y espiritual de Hayao Miyazaki 🙂
Hay pocas cosas que me produzcan más rechazo que los JRPG. Y pocas cosas que adore más que al Estudio Ghibli.
Este juego me chilla «disonancia cognitiva» muy fuerte al oído…