Todo sobre mi Humble Bundle

Ya no es noticia que aparezca un nuevo Humble Bundle. Como consumidores de ocio —digital o no— estamos sometidos a un bombardeo masivo de ofertas, descuentos y monstruosas rebajas hasta el punto de que lo hemos convertido en norma y en algo esperado, como bien han denunciado anteriormente mentes más lúcidas. Y sin embargo, la idea de ofrecer un paquete de (excelentes) juegos independientes al precio de la voluntad y con fines benéficos sigue teniendo un atractivo especial para servidor: el de compartir. Cada nueva entrega se compra a ciegas y se regala indiscriminadamente a amigos y familiares con la confianza de que es material del bueno, pese a que es completamente desconocido en la casa que te vio nacer. Y esta vez, puede que esta vez, consiga de una vez por todas convencer de esa calidad al jugador más exigente con el que me he encontrado jamás.

Déjenme que les hable de mi madre. Reventaba máquinas de millón en los salones recreativos mientras mi santo padre le cuidaba las colillas para que no salieran rodando por encima de la mesa. Saqueaba premios sin parar en las carreras de camellos de las ferias. Y cuando entró nuestro primer ordenador en casa, podía pasar horas limpiando línea tras línea de Tetris. Rompiendo montañas de burbujas. Abriendo puertas con códigos indescifrables. Y sin embargo, no se acerca a un mando ni con un palo. No puede hacer a un fontanero avanzar y saltar al mismo tiempo, pero defiende su jardín de cuanto no-muerto haga falta. Porque esos zombis son muy bonicos, pero les hace morder el polvo con eficacia militar. A golpe de ratón. O de stylus. O de dedo. Y por eso sé que este Humble Bundle for Android 4 hará que le estalle la cabeza, porque habla en un lenguaje que ella puede entender, ya sea en su versión táctil o en PC: es elegante, es fácil de aprender y manejar, y (esto es lo más importante) es bonico. Muy bonico.

Sé que repetirá los puzles de Splice y Crayon Physics Deluxe hasta encontrar la solución óptima. Que pasará de la defensiva del jardín a la invasión planetaria con el preciosista Eufloria. Y quizá —si mi santo padre se aplica con sus clases de inglés— supere su miedo al avatar gracias al estimulante Machinarium, o repoblando Marte. Aunque no espero que descifre el mundo de Sword & Sworcery: eso lo dejo para mi hermano, que por fin entenderá a cuento de qué venía tanto entusiasmo por un jueguico de iPhone que parecía sacado del pasado. Por eso debemos seguir celebrando que existan iniciativas como ésta, porque son un visible recordatorio de que no todo son triple AAA, ni multijugadores online, ni sistemas de control complejos porque sí. Y, qué demonios, porque me hacen la vida mucho más fácil a la hora de buscar regalos, al menos los de mi madre. Aunque siempre los acabe abandonando por su queridísimo Cradle of Rome.