El viejo-nuevo paradigma: no haber entendido nada

Esta semana solo existen dos juegos. Los dos primeros videojuegos de la historia. Cualquier intento por dirigir la conversación hacia nuevos objetivos sería en vano. X-COM es un juego de estrategia por turnos, es decir, de a poco, de esperar y ver, de pensar y mandar, táctica, consecuencias. Dishonored es un FPS que lucha muy fuerte por no ser un FPS; así lo debió de dejar claro en innumerables notas de prensa («lo» Dishonored, y no «lo» Bethesda) para hacer el doble juego, desmarcarse de la aborrecida abundancia de shooters mientras sigue siéndolo y los jugadores curtidos en pegatiros toman el aperitivo antes de su muy esperado Black Ops 2 . Fallout era un RPG solo que era un shooter. Skyrim no era un juego de rol sino una experiencia-mistico-religiosa-de-construcción-paralela-al-espacio-tiempo-de-tu-vida-jodidamente-detestable. Bioshock no era un pegatiros, solo que lo era. Y aquí estamos cinco años después.

X-COM fue anunciado con esa anticipación inútil tan característica de la industria: presentar un juego cuando está en pañales y apenas figurado. El nicho, que tanto agradece esta venta de humo, jaleó, saltó y aplaudió con tantas manos de cuantas se pudo proveer. Después el nicho, al levantarse del suelo y limpiar la espuma, se dio cuenta de que aquel X-COM que les ofrecían no era otra cosa que un FPS, un shooter, un pegatiros, una mierda comercial que seguía el rumbo de tantas otras que habían desfilado por sus pantallas desde 1997 (incluida la última entrega oficial de X-COM), y perdieron el interés no sin antes gritar bien alto por qué lo perdían. Ni público comercial ni público de nicho. Luego hubo un desdoblamiento del mundo y de la nada apareció un segundo X-COM, el bueno, el de Firaxis, el importante, y volvieron los vítores y las palmas a una sola mano. Y después, el silencio.

(A Dishonored, mientras tanto, solo se le hacía el caso necesario. Estaba ahí, bien, vale, para quien lo quisiera, pero también estaba ahí Borderlands 2 y Assassin’s Creed Catorce y la nueva entrega de FIFA, lo realmente importante para lo importante de la previsión de ventas.)

Durante esta última semana ha comenzado el bombardeo, uno de esos que pillan por sorpresa y activan la alerta roja al instante: miles de persona presas del pánico, corriendo de lado a lado gritando lo mucho que les gustan los videojuegos y que quieren hacer el amor al menos una última-primera vez. Durante esta semana se ha dado la gran explosión. X-COM ha pasado a ser un juego de nicho comercial; Dishonored es el nuevo Bioshock, motor de cambio de cinco en cinco años e inicio de algo todos los días. Y está bien, es el bombardeo sano y necesario desde una perspectiva comercial y horrible pero efectiva para los que la sufrimos: ver un video de treinta minutos sobre los, precisamente, primeros treinta minutos de Dishonored no es algo ni que se me pase por la cabeza; valorar la dificultad y mecánica de X-COM por medio de unas extensas partidas de a saber qué punto del juego y sin conocimiento de las verdaderas opciones y variables (estrategia, recuerden: datos, datos, datos) es absurdo para el que escribe; ahora es el momento, sin embargo, para poner en práctica todas esas dudosas y tan bien acogidas prácticas de cobertura de un título (y hablo de marketing y de blogs y de webs y de fans), ahora que solo existen esos dos juegos y no hace un año, cuando nadie se iba a acordar de una fecha de lanzamiento virtual y errónea.

Un juego de estrategia por turnos que se hace popular, a estas alturas. Un FPS que se sale de los shooters y qué bonito es y, seguramente, qué profundidad de narrativa. Discernir el advenimiento de un nuevo paradigma no debería ser descabellado. Una vez más. Fíjense si parecerá una nueva etapa de los videojuegos que ya se empieza incluso a tener en cuenta cómo se juega, con lo que esto implica: la posibilidad de jugar mal (no una ni dos ni tres). Esta comprensión del videojuego y del propio individuo desde una perspectiva modernista, donde un juego pierde su característica primordial, la necesidad de un jugador que lo complete (tanto en sentido interno como externo, lineal-estructural), para pasar a convertirse en un producto estático que debe ser analizado desde una práctica de juego muy concreta, reconozcámoslo, es señal inequívoca de cambio. De que todo se va a la mierda, pero de cambio.

Solo que les he mentido y esto ya pasaba antes.

La realidad es que el eco de estos juegos, independientemente de su calidad, se disipará en el tiempo en el transcurso de un par de semanas, lo justo para que las páginas más tardonas puedan hacer la crítica de rigor. Hemos estado en esta situación demasiadas veces como para no saberlo. Dishonored y X-COM no tienen futuro (si acaso réplica a final de año), son ya presente y parte de la evolución continua que se desarrolla a exabruptos demasiado escandalosos. Yo no aguanto el ruido, pero por mi idiosincrasia capitalista que quiero sentir en primera persona este presente estático-cambiante.

10 opiniones en “El viejo-nuevo paradigma: no haber entendido nada”

  1. Seis párrafos y una línea exenta de hipsterismo mirando por encima del hombro juegos que no ha probado (como aclaro el mismo autor del artículo) sólo para no decir nada más allá de «estoy por encima de las modas». Pues muy bien.

  2. (La línea exenta de párrafo, no de hipsterismo; de eso último no se libra aquí ni un humilde punto y seguido).

  3. Le remito al título y añado para ayudarle que: en el texto hablo de industria, público y su relación en las modas momentáneas apoyándome en los dos lanzamientos de la semana, pero nunca juzgándolos o (y no sé de donde puede sacar esto) «mirándolos por encima del hombro»; no estoy por encima de las modas, dejé constancia de ello en la última línea de forma totalmente intencionada y ya cuento las horas para que mañana me llegan ambos títulos.

    Pero bueno, son cosas que podría haber visto usted mismo con una segunda lectura o una primera algo más centrada.

  4. Joder, Jaime.

    En lugar de volver a darle vueltas a lo mala que es la industria y lo tontísimo que es el jugador medio, podrías, no sé, jugar al juego antes de tacharlo equívocamente como FPS (algo que es una valoración/juicio, aunque hayas dicho que no lo estás juzgando) y ver que no es un Bioshock default que ha llegado cinco años después, sobre si vas a usarlo de ejemplo de algo que no resulta ser.

    Pero vamos, por seguir el texto: que sí, que la industria es terrible. Dishonored es la nueva IP con el mejor lanzamiento del año pero no ha depuesto al puto Fifa como el número 1 en ventas en Reino Unido durante su primera semana.

    http://www.eurogamer.net/articles/2012-10-15-uk-chart-dishonored-denied-top-spot-by-fifa-13

  5. De verdad que no sé qué he escrito en este post o de qué manera que pueda resultar ofensivo, cuando es uno de mis textos menos fatalistas, menos críticos, más expositivos e indiferentes (¡mire los tags!) respecto a lo comentado.

    Y oiga, no, Dishonored es un FPS, como es un juego de rol, como es de aventuras, sigilo, acción y mil cosas más. Lo de los géneros son etiquetas inútiles que lo único que hacen es enmarcar un mercado, pero no son buenas o malas per se. La comparación con Bioshock iba más por repercusión y trato externo que por calidad del juego, y lo de los cinco años iba como entradilla para presentar esa evolución estática, ese ciclo sin fin, sobre el que pivota el texto. Lo que no sé es qué hago explicándolo.

    Esto me pasa por hacer posts de industria y sociedad.

  6. No hay nada ofensivo, ojo. Lo único reprochable es que se equivoca con Dishonored, lo cataloga (y evalúa, coño) mal, que me da a entender que es lo que no es diciendo lo de FPS.

    Las etiquetas serán inútiles, pero si las usa, ya cae en el mismo error que El Mercado — próximo jefe final de un algún juego indi, seguro. Que oiga, me parece muy bien romper las conveciones de términos y blablablá, pero no nos extrañemos si tenemos que explicarlas primero.

    Si me pone usted desde el principio que «Dishonored es un FPS como podría ser cualquier otra cosa que dijera su departamento de márketing con tal de venderlo», pues le aplaudiría y le pediría que continuara.

    Si yo en el fondo le aprecio.

  7. Pues a mí me ha gustado y me ha divertido el post y tampoco entiendo las críticas, sobre todo cuando se refieren a cosas que no he leído por ningún lado.

    La verdad es que estos juegos, como tantos otros antes, demuestran que las cosas tienen que cambiar para que todo siga igual. Eso no quita, como se dice en el post, que les tengamos muchas ganas y los disfrutemos al cien por cien mientras los juguemos.

    Mientras sigo agradeciendo que haya una página en la que no se escriba sobre videojuegos con piloto automático.

    Un saludo y seguid así

  8. Pero eso último que pide, Bruno, es esto mismo: «Dishonored es un FPS que lucha muy fuerte por no ser un FPS; así lo debió de dejar claro en innumerables notas de prensa («lo» Dishonored, y no «lo» Bethesda) para hacer el doble juego, desmarcarse de la aborrecida abundancia de shooters mientras sigue siéndolo» . Y luego el baile de etiquetas con lo de Fallout es un RPG pero no pero sí pero shooter. Hablo del mercado y ridiculizo las etiquetas precisamente para que se pueda partir de ese punto.

    Aunque tiene razón en que si la explicación primera no es entendida (y asumo la culpa, podría haberlo destacado más) todo lo demás puede malinterpretarse. Gracias por comentar!

    Y gracias también, H1314.

  9. Reconozcoque he tenido que leer el texto dos veces, porque a la primera no le acababa de pillar la intención del todo.

    Al final me quedo con esta frase: «La realidad es que el eco de estos juegos, independientemente de su calidad, se disipará en el tiempo en el transcurso de un par de semanas…» y es que esto es así. Cierto es que de vez en cuando aparecen juegos que, ehem, «trascienden», pero más habitual aún es encontrarse con juegos que son «lo mejor, lo definitivo, la rehostia»… pero que pasadas dos semanas ya no se acuerda nadie, o al menos no han repercutido de una manera comprable a otros títulos… independientemente de su calidad.

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